9.1.12

Parole, parole




«Una palabra hiere más profundamente
que una espada».
—Richard Burton—


Hace unos días descubrí con estupor que el avance de la vigésima tercera edición del Diccionario de la Real Academia Española recogerá la palabra homosexualismo. El cambio en el sufijo podría parecer banal, pero no lo es en absoluto. Mientras que el sufijo -dad significa «cualidad», es decir, una característica, en este caso de una persona, la variante -ismo es totalmente distinta, y se presta a interpretaciones más connotativas. Usar «homosexualismo» implica que uno no cree que la homosexualidad sea una característica intrínseca de una persona, sino que podría ser una tendencia, una actitud, o incluso una enfermedad (cfr. gigantismo, astigmatismo). No lo digo solo yo. Así me lo confirmó, hace bastante tiempo, un lingüista de la propia Academia a quien dirigí una consulta sobre esta palabra, precisamente, a la que ahora los progresistas académicos dan carta de naturaleza.

El estupor es mayor aún, si cabe, si se tiene en cuenta que esos mismos académicos de la lengua se han negado —y se niegan— pertinazmente a actualizar la definición de «matrimonio» para incluir el que lo es entre personas del mismo sexo. Sí que se han actualizado, en cambio, el diccionario catalán y el gallego. Otros diccionarios, como el María Moliner, también recogen las nuevas realidades sociales del matrimonio («Unión de una pareja humana legalizada con las ceremonias y formalidades civiles o religiosas establecidas para constituir una familia»), o, en otras lenguas, por ejemplo el Oxford American Dictionary, que tras la definición tradicional añade: «a similar long-term relationship betwen partners of the same sex». Es cierto que la RAE anunció hace más de un año que cambiaría la definición; sin embargo, y aunque el resto de cambios anunciados ya se puede consultar en el «avance», el matrimonio continúa inalterado.

La lengua la hacemos los hablantes de la misma, no importa que la Academia se haya arrogado hace tiempo la normatividad para su Diccionario, eso no hace ni deshace la realidad. La homosexualidad es una cualidad de la persona, y el matrimonio, al menos en España, incluye a las parejas del mismo sexo. Pero sigue siendo una falta de respeto que un conjunto de representantes de la carcunda española usen indebidamente su poder para imponer su ideología decimonónica.

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