9.1.12

Usurpadores




«Con una mentira suele irse muy lejos,
pero sin esperanzas de volver».
—Proverbio judío—


Como dice el famoso y ficticio doctor Gregory House, «todo el mundo miente, la única variable es sobre qué». En efecto, hay gente más o menos honrada, pero todos alguna vez hemos caído en la falsedad. En ocasiones las razones para ocultar la verdad son justificables (por ej., los judíos que ocultaban su religión durante las muchas persecuciones religiosas contra ellos). En otras, los motivos para hacerlo son menos aceptables.

Sin embargo, hay un caso que me llama particularmente la atención. Es el de aquellas personas que mienten sin ningún motivo aparente. Todos los hemos conocido, porque abundan.

Pero la máxima expresión de esta especie son personas como Tania Head. Alicia Esteve, alias Tania Head, es una española que fingió haber estado en las Torres Gemelas durante el atentado del 11S, y y haber sobrevivido al mismo. Su interpretación fue tan brillante, que incluso llegó a presidir la asociación de supervivientes del atentado. La impostura duró hasta que The Washington Post reveló la verdad: la tal Tania jamás estuvo en el World Trade Center, y es muy probable que estuviera en Barcelona por aquellas fechas.

Cabría pensar que algo así sólo ocurre una vez en la historia. Nada más lejos de la verdad. Enric Marco (por pura coincidencia, otro barcelonés) se integró en el año 2000 en las filas de la asociación Amical de Mauthausen y otros campos, una organización que reunía a los supervivientes españoles del holocausto nazi. La historia de Marco era tan apasionante que también fue nombrado presidente de la asociación. El engaño fue descubierto por el historiador Benito Bermejo en 2005, quien reveló que Marco no sólo no había estado preso en ningún campo de concentración, sino que había trabajado para el III Reich como obrero industrial.

Otro caso de un usurpador que se erige como superviviente de un trágico acontecimiento fue el de Anna Anderson, quien pretendió durante años ser la zarevna Anastasia de Rusia, que habría sobrevivido a la matanza de Ekaterimburgo, en la que murió toda la familia imperial rusa. El ADN mitocondrial de Anderson ha demostrado que en realidad era la hija de una obrera polaca.

Estos casos demuestran hasta qué desorbitados extremos pueden llegar las personas con sus mentiras. Pero no explican los retorcidos mecanismos mentales por los que alguien puede, no ya fingir lo que no es, sino ignorar la tragedia de otros seres humanos y suplantar el papel de las víctimas hasta el punto de hacerlo «mejor» que éstas.

En la imagen: Anna Anderson, quien se hizo pasar por la Gran Duquesa Anastasia.

Publicado originalmente el 13.9.2008

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