«La biblioteca destinada a la
educación universal, es más
poderosa que nuestros ejércitos.»
–José de San Martín–
Se cuenta que cierta vez Alejandro, que para entonces ya era Magno, se empeñó en visitar a un sabio del que todo el mundo hablaba: Diógenes, que vivía en un barril (como el Chavo del 8), bebía y comía con sus propias manos (usaba una escudilla hasta que vio que un niño bebía de una fuente ahuecando sus palmas) y andaba desnudo por el mundo.
Al llegar el imponente rey de Macedonia y de toda la Oikoumene se plantó delante de Diógenes y le soltó:
–Pide lo que quieras, lo que sea, y si está en mi mano te lo concederé.
Ante esto, el Cínico le contestó:
–Quiero que te apartes y me dejes disfrutar del sol.
Alejandro, impresionado, le dijo: Si yo no fuera Alejandro, me gustaría ser Diógenes.
Publicado originalmente el 9.5.2007
tienes un gusto exquisito para seleccionar cuentitos. éste es muy bello
ResponderEliminarMuchas gracias :)
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